Educación sexual. Primero lo primero. (3/3)

  En dos artículos anteriores se procuró un acercamiento al tema a través de algunas preguntas en el primero e intentando encontrar algunas respuestas en el siguiente. En esta tercera parte se tratará de echar algunos hilos que bajen a lo concreto algunas acciones que se pueden llevar a cabo desde los primeros años escolares y, antes aún, desde los hogares.

  No será tarea sencilla ni de acciones con efectos inmediatos. Empezar a trabajar hoy tal vez implique ver resultados dentro de, tal vez, algunos años.

  Más allá de toda la información que los nativos digitales conseguirán por sí mismos acerca de clasificaciones, diferenciaciones, denominaciones acerca de sexo y género, teniendo en cuenta que como adultos responsables deberemos vigilar qué es lo que miran los niños en las redes sociales, la educación sexual será insostenible si no se erige sobre cimientos de información certera y, desde el primer momento, respeto y tolerancia.

  Así presentado es una mera exposición conceptual; la tarea a definir será qué pretendemos decir con respeto y cuál es el sentido que carga el término tolerancia.

  Un primer escollo es señalado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) en un texto fechado en 2022.

  “De acuerdo con las investigaciones y las consultas realizadas durante las últimas décadas, la comunicación relacionada con la sexualidad es un problema que requiere atención urgente. Mientras que los usuarios desearían poder hablar de inquietudes relacionadas con la salud sexual con los prestadores de servicios de salud, a los trabajadores de la salud les falta el conocimiento y la capacitación necesarios para sentirse cómodos a la hora de abordar este tipo de temas”. 1

  Podría plantearse esta misma inquietud con respecto a los trabajadores de la enseñanza de todos los niveles.

  Entonces, ¿por dónde empezar?

  Este tema merece atención porque vencidos algunos tabúes (¿realmente vencidos?) debería poder conversarse de muchos aspectos de la sexualidad humana tratando de analizar sin prejuicios, dejando de lado preconceptos instalados en cada uno de nosotros, y tratando de tomar distancia de la realidad para observarla mejor.

  Cada sociedad lleva su bagaje particular, sus creencias, sus costumbres, los preceptos morales, religiosos, los tabúes, las prácticas sexuales, lo admitido, lo prohibido… La lista es larga. Es una lista tan larga, ancha y poblada que resulta imposible globalizar caminos.

  Por otra parte y desde nuestro mundo más cercano hay mucho panorama para observar. Prácticamente en las redes podrá encontrarse todo lo que se busque. Hablamos de nuestro país, Uruguay, democrático, con libertad de pensamiento y de expresión, afortunadamente.

  Sería redundante, por lo tantas veces mencionada, la cosificación de hombres y mujeres hipersexualizados en muchos de los materiales audiovisuales consumidos por niños y adolescentes. El macho alfa de un grupo musical y su chica preferida, o el grupo de mujeres, que danzan al parecer como ritos previos al apareamiento. En otros casos el estereotipo de súper mujer que tiene a los hombres esclavizados a sus pies.

  Censurar no es el camino. Hay mil formas de saltar las barreras y las censuras.

  ¿Cómo contrarrestar los efectos no deseados de todo lo que expone a nuestros jóvenes a conductas y situaciones que pueden volverse peligrosas? Hablamos de peligros para la salud en su sentido más amplio: física, emocional, social.

  Cuidar la comunicación verbal y no verbal parece una obviedad.

  Cuando el lenguaje, lo que se dice, el vocabulario, las palabras, se reducen el pensamiento también se reduce.

  Cómo se habla y las palabras que se dicen generan realidades; a lo mejor habría que ajustar el término y hablar de vivencias.

  Un vocabulario acotado, deficiente, hace que se reduzca la visión y la comprensión del mundo. Ni qué hablar de la poca comprensión de la palabra dicha o escrita. El que no es capaz de comprender lo que lee, siempre suponiendo que no se haya transformado en un analfabeto por desuso, se encuentra en una posición muy vulnerable.

  Más cercana en el tiempo la definición de analfabeto funcional implica que las personas puedan escribir y leer textos sencillos pero no sean capaces de entender lo que se les pregunta en un formulario de trabajo para poder responder por escrito a una solicitud de empleo. Incluye la imposibilidad de resolver cálculos sencillos. 2

  Si esto es todo un drama social, ¿cómo pensamos que un pensamiento limitado o empobrecido no afecte a la educación sexual? ¿Cómo llamamos al otro? ¿Qué sustantivos y adjetivos se usan? No hace falta saber gramática para entender un insulto o una expresión degradante.

  Por ese uso de las palabras es que caminamos hacia el respeto, o no, del otro.

  Un último párrafo para la comunicación no verbal.

  Un solo ejemplo para cerrar este artículo. Si acostumbramos a los niños al perreo 3 al bailar, esto es usar movimientos pélvicos y de caderas y piernas que imitan el acto sexual, banalizamos el acto mismo.

  Las palabras dichas (comunicación verbal) y lo que se muestra al otro sin hablar (comunicación no verbal), nunca es ni aséptico ni neutro. Llegan al otro cargadas de significados.

  Queda mucho por decir, por hacer, por reflexionar, pensar, repensar y discutir.

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