Entre la anomia y el miedo a la excelencia

  • Que no haya exámenes al finalizar un curso. Los alumnos se ponen nerviosos.
  • No trajo el libro de ejercicios para la prueba. Y bueno, se olvidó. Le prestamos uno.
  • Pongamos mujeres en los cargos laborales. No importa si están igual, peor o mejor que sus pares varones.
  • Hay que trabajar sin “matarse” mucho. Se hará lo que se pueda.

La lista podría ser muy extensa. Tal vez quienes lean este artículo puedan agregar más puntos.

Seamos modestos. Seamos todos de perfil bajo. Seamos pobres. Seamos felices.

La vida es hoy. Que nadie compita. Todos ganan. Estas son frases que escuchamos a diario. Mientras tanto, el mundo sigue su marcha. Los empleos cambian. Tenemos que prepararnos para poder sobrevivir en el mundo de la tecnología. No tendríamos luz eléctrica en nuestras ciudades si el farolero, ese ilustre personaje de la época colonial que encendía los faroles de la calle al anochecer, hubiera sido mantenido en su puesto para que no perdiera el empleo. Los viejos oficios se pierden y es necesario estar preparado para desempeñar tareas nuevas.

Hay una cierta y curiosa somnolencia en la que estamos sumergidos los uruguayos, mezcla de terror a dejar el Paraíso y a perder la mansedumbre social que suponemos tener. Hay miedo de apurar la felicidad del tranco lento, y sentimiento de hastío por la noria diaria. Miedo a cambiar pero sin tocar las propias rutinas y costumbres. Mientras se desata la furia en algunos colectivos o grupos, las individualidades se esconden en la montonera, sin sobresalir, gritando en grupo, sin compromiso personal.

Son muchas las paradojas que nos están haciendo mal, que nos han empantanado, casi inmovilizado. Mejorar como pueblo y como país exige tomar conciencia y distancia de esas contradicciones para poder empezar a avanzar.

Nadie pone en duda que estudiar, formarse, trabajar, poner empeño en las tareas y sacudir la modorra es un camino para despertar. Esto parece tan obvio de decir. Se dice y se repite hasta el cansancio, hasta que se convierte en solo un eslogan. ¿Pero se hace? Queremos trabajar sin trabajar, saber y ser sin dedicar horas a estudiar, tener bienes sin haber hecho esfuerzo por conseguirlos.

¿Cómo avanzaremos como sociedad si no nos permitimos cambiar, si no ponemos esfuerzo y acciones reales?

Por otra parte hay una especie de miedo latente a competir en ciertos trabajos y ocupaciones. ¿Cómo podremos mejorar la educación, el nivel de formación de las personas si no les permitimos demostrar -si no nos permitimos- ser buenos en algún área?

¿Cómo es que podemos aceptar sin chistar que los equipos de fútbol deben tener los mejores jugadores y a la vez defendemos que cualquiera pueda ocupar puestos de trabajo sin pedir capacidad, habilidad, conocimiento, disciplina laboral o el tesón necesario para estudiar y formarse en la tarea?

¿Cómo vamos a formar deportistas excelentes si no les exigimos excelencia? ¿No nos maravillamos ante la excelencia de Luis Suárez, ante su capacidad superior? ¿Cuántos chiquilines sueñan con ser estrellas de fútbol? No todos van a poder jugar en la Selección Uruguaya. “Selección”. Los jugadores son seleccionados. Seleccionar es “elegir, escoger a personas o cosas entre todas las de su especie por considerarlas más adecuadas”.

¿Por qué pensamos que con otras actividades o profesiones ha de ser diferente?

Se necesita conocimiento, buena práctica, disciplina, método, y lo que hoy por hoy se denomina “mentalidad de crecimiento”.

De igual forma, no todos serán médicos, arquitectos, expertos en informática, mecánicos, pilotos, campeones de ajedrez o podrán cantar, bailar o tocar un instrumento de forma profesional. Cada uno de nosotros tiene capacidades distintas, habilidades, inclinaciones diferentes. Cada uno de nosotros debe hacerse cargo de su crecimiento, de su formación como persona y como trabajador. Cada uno de nosotros debe procurar tender a la excelencia, desempeñe la tarea que desempeñe: cirujano, fotógrafo, ingeniero, comerciante, chofer, periodista, enfermero, cajero en una tienda, encargado de limpieza, deportista, músico… Debemos enseñar y practicar la responsabilidad en cada ocupación. Todas las ocupaciones y tareas son importantes porque cada uno forma parte de una larga cadena de acciones diarias.

Tenemos que enseñar a los más jóvenes, e incluso a los adultos, a aventurarse y salir de la zona de confort, esa “zona que sólo abarca lo conocido, ese ambiente donde estamos a gusto y nos hace sentir seguros porque todo está bajo nuestro control, pero la pasividad y la rutina provoca apatía y vacío existencial, impidiendo el crecimiento personal al renunciar a tomar iniciativas” desafiantes. Es nuestro deber como adultos responsables, ya sea como padres, docentes, entrenadores, guías espirituales o políticos, cultivar la idea de que los desafíos no son amenazas sino oportunidades de crecimiento.

Prepararse para cualquier trabajo a desempeñar es responsabilidad.

Llevar adelante cualquier tarea con responsabilidad es solidaridad porque, como dijimos, si se percibe que cada uno es un eslabón de una gran cadena productiva nacional, entonces habremos logrado la inclusión. Se estará trabajando para el progreso de todos.

Nuestra educación está fallando, no se están logrando los objetivos necesarios para insertarse en el mundo.

Tender a la excelencia no es un pecado, es una imperiosa necesidad individual y colectiva que a la larga nos sacudirá del letargo, de la agonía de la rutina, del hastío de estudiar sin un propósito, de trabajar sintiéndose dominado por una tarea que no se aprecia.

Ser excelente en lo que se hace será un estímulo a todo nivel, generará autoestima y dará a cada uno -y por ende a la sociedad- una dosis de confianza y alegría que tanta falta está haciendo para poder crecer como país.

“En general el término anomia tiene diferentes sentidos, entre ellos:

1) los cambios en la solidaridad social ligados a transiciones y transformaciones culturales, socioeconómicas y políticas;
2) la erosión y el rompimiento de los vínculos entre individuo y sociedad;
3) la disfuncionalidad de los sistemas normativos en los que las reglas y normas no cumplen adecuadamente la función de orientar el comportamiento de los individuos;
4) los desfases entre medios y fines;
5) las consecuencias psicológicas de la desintegración y transformaciones sociales”.
https://www.scielosp.org/article/ssm/content/raw/?resource_ssm_path=/media/assets/rsap/v10n4/v10n4a16.pdf

La búsqueda de la excelencia en el quehacer que despliegan algunas personas o grupos es una de las metas de la vida laboral y personal que demandará un gran compromiso para con ese plan y, obviamente, esfuerzo.

http://www.wordreference.com/definicion/seleccionar

https://www.psicoadapta.es/blog/que-es-la-zona-de-confort

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